Estrategias para el cambio educativo.
Álvaro Marchesi.
Organización de los Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI)
I. Introducción.
En Iberoamérica se ha mejorado la educación de manera significativa, hay una mayor cobertura, existe preocupación por la calidad de la enseñanza y crece cada día más el compromiso social por la educación. Sin embargo, todavía continúan los graves problemas que afectan esta región, como son la pobreza, el hambre, el analfabetismo, la desigualdad social y educativa y la deserción escolar. Aunque se debe rescatar la mirada a futuro, pues estamos entrando en una nueva década, la que tendrá tres ejes principales como nos señala Marchesi: un predecible crecimiento económico, la oportunidad para desarrollar políticas sociales aplazadas anteriormente y la posibilidad de que la región tenga un papel más relevante en la política mundial (Marchesi, 2010).
Por lo tanto, y según este contexto, emerge la circunstancia histórica de que haya un trasformación educativa que permita optar a Iberoamérica a una educación como la de los países desarrollados. A raíz de ello es que nace en los países Iberoamericanos un ambicioso proyecto que pretende impulsar el cambio educativo: “Metas educativas 2021: la educación que queremos para la generación de los bicentenarios”
II. Aprender de la experiencia y pensar en el futuro.
En la mayoría de los países Iberoamericanos se han tratado de vincular los objetivos de calidad con la eficiencia en la gestión de los recursos económicos. Una de las problemáticas que plantea Marchesi, es que la descentralización educativa ha sido una de las principales estrategias para aproximar las decisiones educativas a las escuelas y responder de forma más eficiente a la diversidad de contextos y alumnos, pero que no es suficiente para mejorar la calidad y la calidad educativa, sobre todo si no se acompaña de recursos suficientes. Se ha trabajado en estos países la gestión de los procesos educativos en las escuelas, pero se ha dejado de lado el análisis del contexto social y cultural de las escuelas, y se ha pasado por alto la dificultad de cambiar las condiciones en que los profesores trabajan. Así como se ha puesto énfasis en la evaluación y se ha desarrollado un gradual incremento de pruebas estandarizadas, que buscan medir los conocimientos –sobre todo en matemática y lenguaje- ya que es muy difícil aplicar estas pruebas estandarizadas a los procesos. Así es que hemos visto como se conforma la era de la estandarización y con ello a la competencia entre escuelas.
En suma, se ha destacado la urgencia del cambio y la importancia de elevar el nivel académico de todos los alumnos, pero se ha olvidado cómo dar herramientas a las escuelas y a los profesores para conseguirlo; se ha avanzado hacia una mayor homogeneización, aunque la situación educativa reclamaba conjugar la diversidad con la equidad; y se ha orientado el objetivo del cambio hacia el progreso en determinadas competencias, pero se ha reducido la profundidad, la interrelación, la amplitud y la creatividad en el currículo. Marchesi, Álvaro. (2010).
La verdad es que luego de varias décadas de reformas educativas, apenas se ha logrado elevar los conocimientos y competencias de los alumnos, reducir la desigualdad, fortalecer la escuela pública y lograr preparar a los decentes antes las nuevas demandas sociales y culturales. Juan Carlos Tedesco ejemplifica esto con Chile y dice: mientras que todos los indicadores de las condiciones para el aprendizaje de los alumnos mejoraron (inversión, matrícula, infraestructura, salarios de los docentes, etc.), los logros de aprendizajes apenas lo hicieron y se mantuvo la profunda desigualdad entre ellos en función de su procedencia social. Es decir, si la sociedad sigue siendo extremadamente desigual, es esperable que la educación continúe siéndolo. Por eso, si vivimos en una sociedad diferente, donde lo que prima es la innovación, la iniciativa, el dominio de diferentes lenguajes y la capacidad para trabajar en equipo el currículo debe cambiar y se deben crear nuevas formas de enseñanza y de evaluación de los aprendizajes. Dando especial relevancia a “las cuatro ces” de la transformación educativa: contexto, condiciones, competencias y compromiso.
III. contexto social y cultural.
Las condiciones sociales y culturales de los alumnos y de las escuelas están entre los principales factores que condicionan el rendimiento de los alumnos y el funcionamiento de las escuelas. No se puede ofrecer una buena educación si no existen, paralelamente, las condiciones sociales, junto con las educativas, que la hagan posible. Y así poder buscar la equidad educativa, sin que hayan impedimentos por su origen social, su grupo étnico o su género.
El estudio de la OCDE (2007) plantea que existen seis razones que fortalecen la importancia de la equidad en educación: 1.- la educación favorece las opciones de las personas a lo largo de la vida; 2.- la equidad en educación apoya la equidad social; 3.- la desigualdad de los resultados tiene un alto coste; 4.- el gasto público reduce las desigualdades iniciales; 5.- la equidad en educación es un fin en sí mismo; y finalmente, 6.- no existe contradicción entre equidad y eficiencia en educación. Y como plantea Marchesi, el gran reto de la educación es adecuar el sistema educativo a la diversidad social y cultural existente sin que ello suponga menoscabo de la equidad.
Otro punto de relevancia es el de incorporar la cultura de los jóvenes en el proceso de enseñanza y de aprendizaje, para poder relacionar los contenidos de la escuela con los aspectos de la vida diaria de los alumnos, abarcando así, el contexto social, el cultural y también, el lingüístico.
IV. Condiciones favorables para enseñar en el siglo XXI.
Como señala Néstor López (2009), para que un niño pueda completar con éxito la trayectoria educativa esperada, es necesario un nivel aceptable de bienestar en su familia, el cual hace posible que se le dé a su educación la prioridad que merece. Por lo tanto deben contar con ciertas condiciones básicas para que pueda tener éxito. Sin embargo, existen también otras variables relevantes como por ejemplo, un currículo significativo, que se adapte a la diversidad de los alumnos con la capacidad de motivarlos. Por otro lado, que exista un tiempo básico común para el aprendizaje de todos los alumnos y por último, que exista la competencia de los docentes para enseñar.
En la mayoría de los países de Iberoamérica aún predomina la estructura disciplinar y se centra en los contenidos, poniendo el énfasis en el aprendizaje memorístico, basados en evaluaciones que se ajustan a estos parámetros.
La idea de re-plantear el currículo es una tarea muy difícil para los responsables educativos, ya que existe un miedo generalizado a que la enseñanza se devalúe –miedo al cambio y al futuro-. Los docentes tienen dificultades para utilizar las tecnologías de la información, mientras que los modelos de evaluación estandarizada, lleva sólo a la memorización de contenidos, además de que el tiempo de enseñanza está limitado para todos, las escuelas no cuentan, casi, con la posibilidad de ofrecer otras actividades después de clases. Para remediar estos problemas, se pueden desarrollar proyectos multidisciplinarios e incorporar las Tic. Por ejemplo, que en todos los cursos exista un tiempo determinado para que los alumnos trabajen en un proyecto específico elaborado y coordinado por el conjunto de sus profesores. (Marchesi, 2010)
Todo ello adaptándose a los nuevos escenarios de aprendizajes donde los docentes tendrán que comenzar a evaluar en sus alumnos la capacidad de buscar información, organización de los conocimientos capacidad narrativa y comunicativa y disposición para la curiosidad, la experimentación y la reflexión, es decir, “enseñar lo viejo, con ojos nuevos” (Piscitelli, 2009).
V. Competencias de los docentes.
Marchesi cita el informe Mckinsey (Barber y Mourshed, 2007) para explicarnos la importancia de las capacidades de los docentes diciendo: “la calidad de un sistema educativo tiene como techo la calidad de sus docentes”.
Se centra en la preparación de los docentes y señala que se debe preparar a los maestros para enseñar en la diversidad de contextos, alumnos y culturas, para incorporar a los alumnos en la sociedad de la información y para tener disposición para educar en una ciudadanía multicultural, democrática y solidaria. Y para ello, una de las estrategias sería centrarse en los profesores noveles. Sin embrago, se hace el llamado a todos quienes se sientan interpelados por las exigencias educadoras de las que se vale el proyecto “Metas educativas 2021: la educación que queremos para la generación de los bicentenarios”.
Bibliografía:
Marchesi, Álvaro. (2010). Estrategias para el cambio educativo, en Presente y futuro de la educación iberoamericana., nº 7, 305.
Comentario
La preocupación por la calidad de la educación y los cambios necesarios para la mejora de la escuela es un tema recurrente en la actualidad, sin embargo, aún no existen planteamientos comunes ni acuerdos generales que nos permitan tener claro cuál es el camino que queremos seguir en términos educativos.
La política educacional chilena a partir de la década de 1990 incorpora la idea de mejora de la gestión como pilar de una mayor calidad, lo que hemos visto reflejado en una mayor incorporación de jóvenes al sistema educativo, ampliando la cobertura a casi un cien por ciento y disminuyendo el analfabetismo a niveles significativos.
Sin embargo, la mejora de la gestión ha permanecido en términos económicos y no pedagógicos, la administración de los recursos de la escuela en términos eficientes concentra la mayoría de los esfuerzos de los equipos de gestión. Las escuelas y colegios municipales hacen lo que pueden con escasos recursos y los particulares (y particulares subvencionados) necesitan tener un saldo a favor a fin de año para que sean rentables. Y todos ellos deben competir por alcanzar los mejores puntajes en la pruebas estandarizadas nacionales e internacionales que no reflejan calidad y que no se hacen cargo se la diversidad de los estudiantes ni de las diferencias económicas y sociales del universo de los estudiantes del país.
En el texto Álvaro Marchesi nos señala las “condiciones favorables” para enseñar en el siglo XXI, en este punto queremos destacar algo que a nuestro juicio nos parece una “condición indispensable”. Mientras no cambien las diferencias económicas, se elimine la pobreza, ni se distribuya mejor el ingreso en Chile difícilmente se podrá cambiar radicalmente la educación del país. La mejora de la educación sólo puede ser consecuencia de un cambio de las relaciones sociales y del modelo de desarrollo económico del país, mientras el modelo neoliberal y las reglas del mercado se sigan aplicando de la misma manera que hasta ahora es imposible que se logren cambios importantes en educación. La educación es un reflejo de la sociedad y, en este sentido, es funcional al sistema una educación para formar mano de obra barata y otra para formar a los líderes o gerentes, situación que podemos ver hoy en nuestro sistema educativo.